Ayer el presidente de Rusia, Vladimir Putin, anunció que se registraba la primer vacuna contra el covid-19. La vacuna fué desarrollada en base a experiencias acumuladas en las desarrolladas para el Ébola y el SARS.
Con este anunció Rusia se coloca al frente en la carrera por desarrollar una vacuna.
La esperanzadora noticia fué relativizada por el las grandes potencias occidentales, que también tenían vacunas en avanzado desarrollo.
La misma OMS puso dudas sobre el correcto cumplimiento de la "fase 3", en la extensión del universo alcanzado por las pruebas.
A esta altura es inocente desconocer el deseo de la OMS de que fuera EE.UU el primero en anunciar el logro, en el afán de recomponer su relación con Donald Trump, mejor dicho con el montón de dólares que su administración dejó de aportar al organismo rector de las cuestiones de salud a nivel mundial.
Más allá de las dudas, fundadas o no, y de lo anecdótico ( Putin reveló que una de las voluntarias en la etapa de pruebas de la vacuna fué su hija), se abre una esperanza para la humanidad toda.
La vacuna estaría lista para ser aplicada, primeramente entre los personales de salud y militar, para octubre o noviembre.
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