16/09/2020
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El informador geselino Por El informador geselino

FALABELLA Y EL "HOMBRE CORCHO".

Copete: 

Por Adriana Esposto.
 

Cuando era chica, en mis calles de Pompeya en que las veredas eran patrimonio indiscutible de la infancia, mis primeras grandes travesías fueron a la carnicería de la esquina, a la verdulería de la otra cuadra y al almacén de Don Pedro. Lista en mano pero sin dinero, porque la cuenta se anotaba en la libretita que los viejos, a fin de mes, cancelaban con la rigurosidad de una boleta con vencimiento. Por aquellos tiempos, la palabra tenía más monto disponible que el más dorado de los plásticos y la confianza no necesitaba Bancos con mayúsculas que la prorratearan. Un día llegó Satélite, el primero de una cadena de supermercados de la que ni el tango que brotaba hasta de los adoquines pudo salvar al barrio. El super devino en hiper y Casa Tía copó la parada hasta la llegada triunfal de Don Coto. Bajo sus garras, sucumbieron el carnicero, el verdulero, Don Pedro y aquellas libretitas de soportar el mes que sobraba al final del sueldo. Megainversiones, en su mayoría de capital extranjero, que se devoraron a mordiscones vidas completas de laburo y sacrificio. Sus empleados, uniformados como para regalito y negreados hasta el hartazgo, jamás estuvieron en la lista de las ganancias a repartir.

Hoy, uno de esos megainversores, que durante años fue cómplice y parte de un sistema nefasto en detrimento de economías pequeñas, decidió que las pérdidas sí deben compartirse. Pérdidas que, en el peor de los casos y puestos a ser claros, no son más que una ganancia un tanto menor. Después de haber aplicado flexibilización laboral a ultranza, reduciendo salarios a cambio de mantener puestos de trabajo, el grupo empresario chileno Falabella, con diez tiendas en el país y nueve sucursales de Sodimac, decide cerrar cuatro de sus locales. Dos de cada una de sus marcas. Cagándose en el desempleo que genera, con el agravante de estar transitando una pandemia mundial. Y la hegemonía mediática, que hizo mutis por el foro cuando la misma empresa empezó a desinvertir durante el neoliberalimo macrista, los pone en tapa con mayúsculas que chorrean sangre y habla de apocalipsis. Curiosas formas tienen los infames de caer siempre de pie. Algo así como el Hombre Corcho del que hablaba Roberto Arlt. "Si se produce una quiebra, él es el que, a pesar de la ferocidad de los acreedores, los arregla con un quince por ciento a pa­gar en la eternidad, cuando pueda o cuando quiera. Y siempre así, falso, amable y terrible, prospera en los bajíos donde se hubiera ido a pique, o encallado, más de una preclara inteligencia."

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