Seguramente la inmensa mayoría de nosotros nunca antes había mantenido reuniones de trabajo, familiares o con amigxs a través de aplicaciones que se bajan de internet en el celular o la computadora y cuyo uso estalló desde el 20 de marzo pasado, fecha a partir de la cual el gobierno nacional dispuso el aislamiento social, preventivo y obligatorio. Esa fue la primera y principal medida adoptada para frenar el avance del Coronavirus en nuestro país, y muy particularmente en la zona del AMBA, esto es Area Metropolitana de Buenos Aires que incluye a 40 municipios que son los más poblados del país y la zona más afectada, seguida de lejos por las provincias de Chaco, Córdoba y Río Negro.
Según un estudio reciente titulado “Pandemia y Economía, entre la crisis y los consensos” del Observatorio de Economía Política (OEP) y el Centro de Opinión Pública y Estudios Sociales (COPES) de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, la mayoría de los encuestados (87%) está de acuerdo con las medidas sanitarias adoptadas por el gobierno de Alberto Fernández. Este estudio de opinión efectuado a principios de mayo precisa que aunque el apoyo proviene de todas las franjas etarias, el mayor apoyo (93%) proviene de los jóvenes de entre 16 y 29 años.
Justamente son ellos quienes mayor y más fácil acceso y vínculo mantienen con las nuevas tecnologías, con las aplicaciones para armar reuniones virtuales y en general para moverse en el universo de las redes sociales. Para miles de personas que debieron empezar a trabajar bajo la modalidad de “teletrabajo” desde sus casas, y como en mi caso para muchos docentes, fue una novedad y un desafío dar clases a través de internet: descargar las aplicaciones, ponerlas en funcionamiento y entender su lógica, invitar a les estudiantes y hacer todo lo necesario para recrear el ambiente y la cercanía que suponen una clase en el aula, en mi caso universitaria. Y también capacitarnos para hacerlo de la mejor forma posible y para estar a la altura de tamaño desafío.
Las reuniones familiares y los encuentros de amigos por algunas de estas aplicaciones (Zoom, Meet o Jitsi, Skype o simplemente por videollamada grupal por whatsapp) se multiplicaron a lo largo y a lo ancho del país, pero también del mundo. Con amigos o familia que están lejos. Por que ya no alcanza con escucharnos la voz. Es necesario mirarnos, sonreirnos, y muchas veces emocionarnos.
La cuarentena o confinamiento como le dicen en el viejo mundo, llegó para mostrarnos nuevas formas de comunicación que pusieron en evidencia que la interacción alrededor de 280 caracteres (como la red social Twitter) o las fotos y textos de Facebook o inclusive la modalidad más juvenil y visual de Instagram, no son suficientes en estos tiempos donde lo mejor para estar a salvo del virus es quedarse en casa o en el barrio, para quienes la única posibilidad de proteger su salud, y hasta por ahí nomás, es una “cuarentena comunitaria”.
La desigualdad socio-económica que puso de manifiesto la pandemia también dejó en claro de que no todos tenemos acceso al uso de la tecnología. Según datos del INDEC (Instituto de Estadísticas y Censos) el 63% de los hogares urbanos tiene acceso a una computadora y el 84% tiene acceso a internet. No obstante, de acuerdo con la Unión Internacional de Telecomunicaciones (ITU, por sus siglas en inglés), Argentina figura entre los países o sociedades más conectados por telefonía móvil.
En medio de una campaña anticuarentena que supera el más mínimo sentido común, las cifras siempre son mucho más elocuentes que cualquier discurso para intentar convencer a esa pequeña parte de la sociedad que protesta diciendo que el virus es un invento pero que sin embargo lo hace con un barbijo (¿?).
Según datos del Ministerio de Salud de la Nación, hasta este jueves a la mañana el total de casos confirmados en Argentina (población de 45 millones de habitantes) ascendía 13.933 y a 501 fallecidos. Cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de la estadounidense Universidad John Hopkins, indican que la pandemia del Covid-19 provocó hasta ahora más de 5,7 millones de casos en todo el mundo y superó los 357.000 muertos. Estados Unidos es el país con más contagios (1,7 millones) y más de 100 mil fallecidos. El virus, que en España provocó 27.119 muertos (población de 47 millones de habitantes) sigue propagándose por nuestra América Latina. Brasil que supera a Rusia, registra 411.821 personas contagiadas y 25.598 muertos, y Chile 86.943 contagiados.
La cuarentena, que seguramente se prolongará varias semanas sobre todo en las zonas más afectadas, por que a diferencia del hemisferio norte, acá estamos acercándonos al invierno, nos obligó a modificar comportamientos y rutinas. Nada reemplazará los abrazos, los encuentros, los mates con amigos o las caminatas al aire libre o en la playa. Pero a la luz de las cifras, es un buen paso el haber sido capaces de reinventar nuestras formas de relacionamiento. Y no sólo respecto del trabajo, la familia o los amigos. Muchas y muchos somos quienes hacemos terapia por teléfono o por videollamada. Muchas y muchos quienes seguimos rutinas de gimnasia por internet o buscamos tutoriales para cocinar algo diferente pues pese a todo, el manejo del tiempo nos pertenece un poco más.
Gabriela Calotti es periodista y Doctora en Comunicación, docente de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP.
Trabajó en la agencia France Presse en Europa y América Latina.
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